Cuanto más grandilocuentes sean las afirmaciones de un moroso afirmando que es una persona cumplidora y que va a liquidar todo el impago muy pronto, menos posibilidades hay de recuperar algún día la deuda.
Y España no es sólo un país de eminente raigambre morosa, sino un hervidero de promesas políticas incumplidas o incumplibles. Si a esta mezcla se le añaden unas gotitas de recesión, el cóctel resulta letal para las empresas proveedoras
Fuente: Expansion.com
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lunes, 29 de marzo de 2010
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