«Es mejor llorar sobre tus cajas de mercancía que sobre las facturas que no cobraste». A este dicho mexicano se aferraría más de un autónomo y más de una pequeña o mediana empresa (pyme), si no fuera porque la relación con sus contratistas está férreamente marcada por el diapasón de los plazos de pago que permite la actual Ley 3/2004 de lucha contra la morosidad en las operaciones comerciales.
Pero el día en que la morosidad deje de asfixiar indefectiblemente a miles y miles de pymes se acerca a medida en que la reforma de dicha norma va tomando cuerpo en el ámbito parlamentario.
Fuente: expansión.com
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