La literatura y el cine los han cubierto de un halo aventurero y misterioso: desde la pericia sobrehumana de Sherlock Holmes al romanticismo en blanco y negro de Philip Marlowe, pasando por la torpeza del Inspector Clouseau. La profesión de detective privado desprende un aroma peliculero y fascinante, casi inaccesible, pero su labor puede engancharse a una circunstancia tan cotidiana como la del fulano que debe pasta a su banco.
Fuente: Expansión.com
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lunes, 5 de abril de 2010
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